Temeroso aroma a sed


    Culminó la visita sin vocales. Parpadeó segundos de temida soledad. Se evaporó en la noche susurrante. Contagió mi vida de aura sofocante. No lo desgarró mi imaginación, me lo regaló un astro desafilado que, rotando por los universos, se golpeó el alma con notas de esa cálida y templada música que tú haces. La elaboras con tu presencia... Aportas a mi cuerpo miles de tonalidades que me exploran el ser, mas no hallo la forma de hacertelo saber. ¿Cómo podría yo entregarte, apenas, una pequeña porción de lo que me haces sentir?. Me gusta tanto la manera en que palpas las constantes de lo que llamamos vida...

    Es diferente y lejano, y de una amabilidad desconcertante... Se me enreda entre el pecho y la razón a mayor número de veces en que lo intento desatar. Es una catástrofe su vida, su aroma a sed y su perpetua aprensión a beber. ¿Por qué? Yo quiero recortar los miedos que me enamoran al visitar los pasos que cautelosamente da. Onduladas vibraciones, la tierra que me presta para morir. Tras las paredes parece escuchar mi débil latir. Golpea la última nota bajo el suelo húmedo donde los entes vuelven a nacer.


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