Hoy no os traigo un poema, os traigo una reflexión, una de las muchas que se me pasan por la cabeza pero que nunca publico, o que convierto en poesías. Pueden intentar convencerme de que ciertas cosas son correctas, son reales, son necesarias. Pueden intentar acabar con mi moral y enterrar esta alma que siente y palpita cada segundo con cada crueldad y con cada pena ajena. Pueden intentar robar mis sentidos para que cuando me pellizquen no sienta nada. Si maltratan a un animal, es fiesta y es costumbre y es digno de admirar. Si prefiero que el toro mate al torero, entonces soy una persona ingrata y merezco la peor de las condenas. Yo. Yo merezco eso por sentir empatía por un animal que, estando tan tranquilo, es sacado a pasear para torturarlo sin razón, sólo por beneficio de los que se ganan la vida asesinando legalmente. Y ahí está la doble moral, como habréis escuchado antes. Todas aquellas personas son, precisamente, las que no apoyan el aborto, porque ...